Abrir los ojos para ver un feminicidio

Veamos a una mamá: es 1995 y una mujer está embarazada. No sólo espera a la que será su única hija, sino además a la única nieta de la familia. La madre imagina el rostro de quien será el centro de su amor. Decide llamarla Estefanía.
Veamos a esa niña: Estefanía tiene la piel blanca, el pelo oscuro y una hermosa sonrisa. Va al colegio, aprende a leer, juega con amigos en los recreos. Es una niña normal que sueña con llegar a la universidad.
Veamos a la universitaria: se matricula en la Universidad Católica Luis Amigó en el programa de Negocios Internacionales. Cursa materias como inglés, derecho comercial, microeconomía, mercado de capitales. Sus amigos le dicen Estefa. Termina los nueve semestres de clases y en décimo le corresponde hacer una práctica profesional para poder graduarse. Es entonces cuando llega a la Cámara de Comercio de Manizales.
Veamos a la mujer trabajadora: desde el 28 de junio de 2021 Estefanía Martínez Valencia madruga a hacer sus prácticas en el área de clúster y productividad de la Cámara de Comercio. Conoce nuevos amigos que la definen como una mujer responsable, disciplinada, amable, con iniciativa y muy buena actitud para atender a la gente. Le va tan bien que a partir de 2022 la contratan como asesora de la plataforma “A un clic”.
Veamos a la joven profesional: en 2023 Estefanía tiene 27 años y logra cumplir el sueño de independizarse. Se va a vivir sola en el barrio La Pradera, en Villamaría. Tanto ella como sus compañeros de trabajo disfrutan con cada plato, cada vaso, cada toalla con la que empieza a dotar su nuevo hogar. Es tan feliz que con frecuencia comparte videos y fotos en los que muestra lo lindo que le está quedando su espacio.
Veamos una catástrofe: el pasado viernes 2 de junio se realiza una velatón en la Cámara de Comercio para repudiar el homicidio de Estefanía. La presidenta ejecutiva de la Cámara, Lina María Ramírez, califica ese día como el más triste en los 110 años de esa institución y lee un texto conmovedor en el que explica el drama y la impotencia que aún no cesan y que comenzaron el jueves 1 de junio: “cuando no llegó temprano, como lo hacía siempre, Néstor Cortés, su jefe inmediato se preocupó y empezó a llamarla. Con el paso de los minutos, cuando no contestaba, él y sus amigos del área empezaron a sentirse preocupados; fueron a buscarla a su casa, tocaron, esperaron, miraron por donde pudieron y regresaron sin nada. Con los minutos la preocupación fue aumentando, la necesidad de encontrarla, la certeza de que a veces el tiempo de reacción hace la diferencia, contactamos a su abuelita, a las autoridades y Néstor y su equipo volvieron a su casa, al hogar, al espacio donde uno se siente tranquilo, para hallarla sin vida…”.
Veamos un crimen: la policía informa que el cuerpo de Estefanía fue “encontrado en el suelo, evidenciando aparentes signos de violencia”. Al parecer fue ahorcada o asfixiada con un cable. En el libro “El invencible verano de Liliana”, Cristina Rivera Garza narra el feminicidio de su hermana, a quien un exnovio sofocó con la almohada. “¿Quién le puede hacer algo así a una chica?” se preguntaron los agentes que en 1990 acudieron al apartamento de México en el que mataron a la joven arquitecta Rivera Garza. Es una pregunta retórica porque saben que la mayoría de los feminicidios ocurre en la casa de la víctima, los cometen hombres con los que las mujeres han tenido relación y la asfixia o el estrangulamiento son mecanismos letales recurrentes.
Multipliquemos por 50 al mes. Según Medicina Legal, en 2022 ocurrieron 619 feminicidios en Colombia y en los primeros 3 meses de 2023 otros 133. Ante crímenes tan dolorosos es común referirse al asesino como “monstruo” o “psicópata”, pero ese lenguaje impide advertir los peligros que rondan en el entorno cotidiano de muchas mujeres. Los criminales no son lobos que se ocultan en el bosque y salen enmascarados por las noches a cazar: son hombres corrientes, muchas veces cercanos, que sin embargo pueden matar.
Las autoridades están investigando el crimen de Estefanía. Ojalá haya pronta justicia.