Villamaría: un pueblo, de camino a ser ciudad
El aumento de edificios, de conjuntos residenciales y de comercio en Villamaría salta a la vista desde cualquier perspectiva.

Fotos | Freddy Arango | LA PATRIA

El aumento de edificios, de conjuntos residenciales y de comercio en Villamaría salta a la vista desde cualquier perspectiva.

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LA PATRIA | Manizales

En Villamaría casi todo se mueve. En la plaza un barrendero recoge la basura, una vendedora de mango recibe el billete con el que una mujer le paga, un hombre conversa con una vendedora de tintos que se queja de los envidiosos, un muchacho baja bultos de cemento de un camión, dos mujeres charlan en un café al lado de la alcaldía, del cable aéreo entra y sale gente.

A una cuadra de la plaza una mujer organiza la mercancía en un almacén y un muchacho lava con una manguera los vidrios de una sucursal de Frisby que estrenaron hace poco en el municipio. Lo único inmóvil son dos edificios que obstruyen la vista del Nevado del Ruiz, principal atractivo turístico de Villamaría, desde la plaza.

En el marco de la plaza hay droguerías, supermercados, cafeterías, panaderías, consultorios odontológicos, papelerías, bares, salas de juego y hasta fondas. En el centro hay dos pequeños cafés, juegos para niños y toda clase de ventas ambulantes. La contaminación visual y auditiva le quitó hace tiempo la quietud de parque de pueblo.

La plaza principal es solo una muestra del crecimiento del comercio a lo largo y ancho. Hay rumbeaderos, talleres de carros, tiendas de mascotas, restaurantes, cafés culturales y cuanto local comercial se pueda imaginar. La Cámara de Comercio de Manizales por Caldas tenía registrados 733 establecimientos de comercio en el 2013. Datos preliminares del 2023 muestran que el registro va en 1.261.

Se borran los recuerdos de la década 1960-1970, cuando el comercio empezó con las carnicerías ubicadas entre la calle 8.ª y la 9.ª. En ese entonces, entre los pocos locales comerciales, estaba la tienda don José Aristizábal, donde se abastecían los habitantes de las veredas; el almacén de Laurita Gómez, quien vendía telas, y el único establecimiento de variedad ubicado en la calle 8.ª, a una cuadra del parque, propiedad de Ruby Peralta.

En esa época era poco lo que se conseguía en la localidad para un oficio tan común y necesario como coser, por lo que había que viajar a Manizales para surtirse, cuenta el trabajo de grado La Calle real de Villamaría, Caldas: Tradición, identidad y transformación en el contexto del paisaje cultural cafetero de Colombia.

En el municipio de Caldas más cercano a Manizales (a 7,74 kilómetros en carro, según Manizales Cómo Vamos,) algunos nacidos allí se quejan, precisamente, de que ya no es el pueblito de otrora. Eso salta a la vista, desde Manizales se ven, a vuelo de pájaro, 15 edificios grandes, la mayoría de los cuales se han construido en los últimos años. Según el censo realizado por el DANE en el 2018, Villamaría tenía para ese momento 62.831 personas y las proyecciones de la entidad indican que para 2023 ese municipio debe tener alrededor de 68.601 habitantes. 5.000 personas más.

Villamaría tiene la tercera población más grande en Caldas, después de La Dorada, y la segunda de la subregión Centro sur de Caldas, detrás de Manizales, esto debido al número de personas que han migrado en los últimos cinco años hacia esta zona, asegura el Plan de Desarrollo 2020-2023.

Este municipio tiene una extensión total de 480 km2 y una densidad poblacional de 134,69 habitantes por km2 (para el 2018). Lo conforman 36 veredas y 70 barrios, según el documento mencionado.

Gabriel Mogollón Rojas, líder técnico de Manizales Cómo Vamos (MCV), explica que la población siempre va a tender a aumentar, pero que hay que comparar las tasas de nacimientos y defunciones. Lo ideal, indica, es que la natalidad esté por encima de mortalidad, tendencia que Villamaría ha cumplido en los últimos años. Para el 2021 todos los municipios de la región centro sur de Caldas, excepto Villamaría, habían cruzado estos dos indicadores. En ese año en la localidad se registraron 452 nacimientos y 421 defunciones.

Las tasas de empleo formal no muestran gran crecimiento. En 2018 se contabilizaron 9.507 trabajadores y en 2021 la cifra ascendió a 9.943 (según MCV). Pero es el municipio de la región Centro sur con la tercera tasa de formalidad laboral más alta. Quienes más concentran el empleo son las personas entre 31 y 40 años, seguidos de los de 21 a 30 años. El trabajador formal promedio tiene 39 años y su salario promedio para el 2021 era de un millón 380 mil (Datos de MCV).

Ni agua ni calles pa’ tanta gente

Villamaría pasó de caracterizarse por su zona industrial (cerraron empresas como Pilas Varta y Trefilados de Colombia, entre otras), por ser un poco más calurosa que Manizales y por ser considerada un poco más tranquila, con ambiente más de pueblo, a ser famosa por la dificultad del tráfico para entrar o salir en horas pico.

Hace 40 años que Marcela Cifuentes Aguirre vive en Villamaría. Cuando se le menciona el municipio empieza el desahogo. Entrar y salir es un caos, porque hay una sola vía y es muy estrecha, hay demasiado carro y demasiada gente, convirtieron las calles en parqueaderos, por lo que cuando los carros grandes van a girar en las esquinas se arman los trancones; se ha vuelto un municipio muy costoso, los arriendos están muy caros, han construido mucho edificio y hace años que los cortes de agua se volvieron costumbre. “Villamaría es un pueblo que se las quiere dar de gran ciudad”, sentencia.

No importa si es invierno o verano, el agua se va casi que semanalmente. Claro que en invierno se va unas dos o tres veces a la semana y en verano solo una. Esto, aclaran sus pobladores, es por sectores, entonces algunos se ven más afectados que otros, y no es algo nuevo, es un problema que ya lleva unos 30 años.

Pero no todo es malo y Cifuentes Aguirre resalta que se le ha metido mucho la ficha al turismo: hay un boom de glampings, rutas ecológicas y una amplia oferta gastronómica. “Hay miradores espectaculares, desde la pandemia se han vuelto muy populares los sitios con buena vista”.

Cifuentes Aguirre señala también la construcción de escenarios deportivos, la variedad en el comercio y recuerda que se cerraron varias fábricas, pero que se han abierto call centers. “Acá se consigue de todo”, asegura.

Eso es, precisamente, lo que destaca Natalia Tabares Gómez. Ella vive desde hace 15 años en ese municipio. Ahora encuentra de todo un poquito en la localidad y no es tan frecuente tener que ir a Manizales para comprar lo que necesita. Tabares Gómez habla de embotellamiento y horas pico cuando menciona la entrada o salida de Villamaría, palabras que se asocian más con grandes centros urbanos que con pueblos. También se queja de la falta constante de agua.

A pesar de que desde el 2014 el municipio cuenta con una línea de Cable aéreo que lo une con Manizales en tan solo 14 minutos, Cifuentes Aguirre dice que no es tan buena opción para todos. Explica que las rutas dentro del municipio para conectar a la gente con el Cable no pasan tan seguido ni cubren los horarios que necesitan quienes no viven cerca del parque principal, donde está la estación.

Cuestión de vocación

Históricamente Villamaría ha tenido una vocación agrícola, de ahí sus fiestas anuales de la Horticultura. El café, el plátano, el tomate, la cebolla en rama y la granadilla son los productos que más se cultivan, según el Plan de Desarrollo 2020-2023.

María Nancy Marín Olaya es la  directora de la maestría en Cambios Globales y Riesgo de Desastres de la Universidad Católica. Vive en Villamaría desde hace 11 años. Describe al municipio como la despensa de Caldas, por lo que para ella, los planes de ordenamiento territorial deberían incentivar que quienes viven en el campo se queden allí y sigan cultivando y no se genere un problema por su desplazamiento a los centros urbanos.

“Si los territorios no tienen claro cuál es su vocación no van a saber cómo apuntarle a la economía y el desarrollo del municipio”, explica.

El actual Plan de Desarrollo le apunta a posicionar a Villamaría “a nivel regional, nacional e internacional como destino turístico de la Zona Cafetera de la Subregión Centro Sur de Caldas, contribuyendo al fortalecimiento del desarrollo económico y la generación de empleo”, pero si en el municipio ya no hay servicios públicos ni espacio para tanta gente, cabe la pregunta de cómo van a lograr ese objetivo.

“Las herramientas de planificación territorial son para clasificar los diferentes usos del suelo y saber hasta dónde construimos, qué capacidad de carga soportamos en energía eléctrica, en gas, en acueducto, en alcantarillado”, explica Marín Olaya, a quien le preocupa que en el municipio se siguen dando licencias para construir viviendas más pequeñas, pero en mayor cantidad, lo que puede generar un problema grave de suministro de servicios públicos, advierte.

Otra zona que se ha urbanizado notablemente es La Florida, vereda ubicada al iniciar la parte rural alta (zona media-fría) de Villamaría, al nororiente del municipio. Esta tiene zona urbana y rural. Lo que hace 30 años eran unas pocas casas-fincas con acceso por una carretera en parte destapada hoy se convirtió en zona de múltiples conjuntos cerrados estrato alto y zona de colegios campestres privados. Villamaría tiene siete instituciones educativas no oficiales y 9 oficiales (dato de MCV).

Ella resalta que la planificación del territorio tiene que ser cosa de planificadores, tema del que los alcaldes suelen saber poco, entonces delegan esos asuntos, para nada menores, a personas que no son técnicos. “Le adicionan, le quitan y le ponen al Plan de Ordenamiento Territorial, pero no conocen la vocación de los municipios”.

Marín Olaya dice que los alcaldes deberían recibir un curso de planificación territorial al recibir el cargo.

“La planificación desde la exposición a riesgos de desastres tiene que analizarse desde dónde estoy parado, qué puede suceder y cómo tengo que proteger a mi población. Los alcaldes deberían apoyarse en el conocimiento de las universidades que tienen esa capacidad y no en la cuota política, eso no deja trabajar por el municipio”.

Lo anterior con mucha mayor razón cuando se tiene un volcán activo en el territorio, razón por la cual hay gente desplazándose de la zona rural al casco urbano actualmente por el aumento del nivel de actividad del Nevado del Ruiz de amarillo a naranja desde el 30 de marzo de este año.

Orden, eso es lo que Villamaría y sus habitantes piden a gritos. Lo mismo que pedían los fundadores, cuando el pueblo pertenecía al departamento de Cauca y se convirtió en bastión militar para frenar a los antioqueños parapetados en Manizales. La rivalidad ya no es tan marcada, pero las diferencias se mantienen.

-Un problema de movilidad de Villamaría está en que las calles se volvieron parqueaderos y esto dificulta la movilidad.

-La plaza principal de Villamaría se llenó de puestos informales de ventas y los alrededores también. Hay tanta contaminación visual y auditiva que hace rato perdió el ambiente tranquilo propio de plaza de pueblo.