Foto | Servicio Geológico Colombiano | LA PATRIA
En el centro del volcán Cerro Machín se encuentran tres domos: dos de 250 m y uno de 150 m de altura. Estos taponan el conducto volcánico. Juntos suman cerca de 3 km cúbicos, a simple vista, debido a la cobertura vegetal, parece una montaña.
Desde la cuchilla de San Lorenzo, en Cajamarca (Tolima), en un día despejado y soleado, se divisan palmas de cera que custodian la vía entre al corregimiento de Toche (Ibagué) y Salento (Quindío); el escaso glaciar que cubre la cima del volcán Nevado del Tolima, pequeñas fincas con ganado y con cultivos de arracacha, lulo, aguacate y frijol, entre otros.
Entre las montañas que componen el costado oriental de la cordillera Central hay una que parece ser parte del paisaje, pero esconde un volcán.
Foto | Cortesía Servicio Geológico Colombiano | LA PATRIA El volcán cerro Machín visto desde la Cuchilla de San Lorenzo (Cajamarca), el 30 de agosto del 2024.
Se trata del Cerro Machín, uno de las 25 estructuras volcánicas activas monitoreadas por el Servicio Geológico Colombiano (SGC).
Es chiquito, en su cima alcanza los 2.750 m s. n. m., comparado con otros volcanes nevados del país como el del Huila, que tiene una elevación de 5.364 m s. n. m.; su vecino, el Tolima, 5.215 m s. n. m., o el Ruiz, 5.321 m s. n. m.
De lejos se ve tranquilo, con un cráter que se camufla entre la vegetación de bosque montano y tres domos, de 3 km cúbicos; y el anillo piroclástico, de 2,4 km, producto de al menos unas seis erupciones durante los últimos cinco mil años y la más reciente hace unos 800 años, según los estudios del SGC.
Sin embargo, hay señales que exponen su actividad volcánica, que se encuentra en estado de alerta Amarilla (con cambios en su comportamiento). Se trata de pequeñas fumarolas de vapor de agua y dióxido de carbono, donde la vegetación está seca, la tierra es arcillosa, al tocar la tierra parece que tuviera fiebre y al guardar silencio se escucha un sonido similar al hervir del agua.
También se han identificado cuatro zonas de aguas termales: Puente Tierra, La Piscina, Las Estatuas y La Estrella, en las que las temperaturas oscilan entre 28 °C y 92 °C; lo que permite hervir huevos en algunas estalagmitas (roca calcárea en forma de cono con la punta hacia arriba).
También el magma (roca fundida), ubicado entre 4 y 10 km de profundidad del tapón, se hace sentir “moviendo el piso”, pues busca salir a la superficie, lo que genera episodios de sismos frecuentes (hasta 1.000 diarios), algunos de magnitud mayor a 4 (que las personas pueden llegar a sentir) y que técnicamente reciben el nombre de “enjambres” (muchos sismos que ocurren de manera concentrada en un periodo de tiempo corto).
Pobladores de Toche cuentan que cuando sienten un temblor escuchan rugir la tierra y luego viene el remezón.
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La vida dentro del cráter
Dentro del anillo piroclástico, que rodea el cráter y los domos, la vida sigue. Así lo demuestra la profesora Yurani Muriel, oriunda del Líbano (Tolima), quien llegó este año al Machín tras ser asignada en el concurso docente a la Institución Educativa La Cabaña, construida en el 2013 por la fundación religiosa Con el Corazón.
“Me dijeron que mirara bien dónde iba a estar, que vería las fumarolas del Machín. Pensé que me estaban tomando del pelo y luego me di cuenta que no, que efectivamente se ven”.
Antes de llegar averiguó datos sobre el volcán, para entender su geografía y comportamiento. También ha recorrido el cráter para aprender a diferenciar los tres domos que se unen.
“El paisaje es muy hermoso porque uno recorre el anillo del volcán y está surtido de palma de cera, uno se encuentra aves muy hermosas como toches, barranqueros, carpinteros y tucanes. Es un lugar fantástico para quien aprecie la naturaleza”.
Sus cinco estudiantes, de primero, tercero y cuarto, también le han enseñado a convivir con el volcán, ya que están acostumbrados a los sismos y a recibir las capacitaciones de las entidades de gestión del riesgo. En el salón de clase también tienen pancartas para aprender a diferenciar los tipos de volcanes y sus características.
Un habitante con más tiempo en la zona es Genaro Rodríguez Bustos, de 66 años. Lleva cerca de 4 décadas viviendo dentro del cráter, en la finca La Secreta, ubicada en el sector de La Laguna, que ahora es un pantano.
Allí tuvo 10 hijos con su esposa, Sandra Janeth Muñoz. Tienen vacas, caballos, gallinas, piscos, patos y gansos, entre otros animales domésticos. Producen queso prensado que venden en Cajamarca o a los montañistas y caminantes que llegan hasta allí curiosos por el volcán.
“Vivir aquí es muy bueno, sabroso. Es muy calmado… a veces se oye y se siente mover la tierra, que ruge… sí da miedo porque es cosa de la naturaleza y dicen que es el segundo más explosivo, pero bueno”, responde en frases cortas.
Con el paso del tiempo La Secreta es el único predio que le falta a Cortolima comprar en cumplimiento de un fallo judicial del 2012.
En marzo del año pasado, Genaro y su familia fueron desalojados por orden del Juzgado Cuarto Civil Municipal de Ibagué, luego de que cuatro nietos del primer propietario del predio solicitaron la restitución del inmueble. Un abogado de Armenia y la comunidad lo ayudó a regresar al Machín mientras se define el tema de la propiedad.
Allí sigue el campesino. “Disfrutando de este maravilloso paraíso que mi Dios nos ha dado”, describe.
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Carácter explosivo
Foto | Agencia EFE - Juan Diego López | LA PATRIA
Aunque no hay una evidencia científica que confirme que el Cerro Machín es el segundo volcán más explosivo del mundo, el SGC califica su índice de explosividad volcánica de 5 en una escala de 0 a 8.
La entidad señala que es muy probable que el volcán continúe generando actividad sísmica para fracturar la roca del tapón y que incluso ocurran sismos de mayor magnitud a los que se han presentado, sin que eso se traduzca en un cambio en el estado de alerta en el que se encuentra actualmente, Amarilla. Aunque pueden pasar días, meses, años, décadas o siglos para que esta actividad resulte en una erupción.
Se estima que los fenómenos volcánicos derivados de la erupción tendrían un alcance de 2.000 kilómetros cuadrados, dentro de los que estarían 26 municipios de Cundinamarca, Quindío y Tolima. Se podrían afectar infraestructura, cultivos y fuentes hídricas; el tráfico aéreo sufriría complicaciones por la emisión de ceniza; la vía del Alto de la Línea se vería afectada, y cientos de miles de personas tendrían que ser evacuadas y reubicadas.
*La periodista participó en la salida de prensa del Servicio Geológico Colombiano denominada Colombia, país de volcanes: retos y oportunidades de comunicación.