La vocación llevó a John Sebastián Hurtado Parra a crear la escuela Pasión por el Arco Manizales, un proyecto deportivo que hoy reúne a 60 niños, jóvenes y adultos.

Allí entrenan para convertirse en arqueros profesionales o, simplemente, para disfrutar del aprendizaje, la disciplina y los valores que les enseña el fútbol.

“Iniciamos hace dos años, el 13 de septiembre. Yo trabajaba en otra escuela de arqueros, pero decidí independizarme. Desde entonces, el proceso ha crecido gracias a la confianza de los padres y de los deportistas”, cuenta Hurtado, entrenador y presidente de la escuela.

Aunque John Sebastián no es preparador físico o licenciado en educación física, se formó como entrenador de arqueros en una escuela especializada en Argentina. Actualmente cursa la licenciatura en formación infantil de arqueros en la Universidad Autónoma, de España.

Valentina Londoño Betancourt, de 13 años, entrena desde hace siete meses. “Fui arquera en los interclases de quinto y desde ahí me nació la pasión. Me gusta llenar de alegría a mi equipo evitando los goles”, cuenta con una sonrisa. Valentina pertenece al club Valientes FC y sueña con llegar a la Selección Caldas, al Once Caldas y, algún día, a la Selección Colombia. Admira a Luis Agudelo, del Deportivo Cali, y a Marc-André ter Stegen, arquero del Barcelona.

La escuela tiene categorías desde los 5 años, sin límite de edad. Realiza entrenamientos en distintos escenarios de la ciudad, como en las canchas Auxiliar, Baja Suiza y Bosque Popular el Prado. Cada grupo entrena dos veces por semana, para cuatro horas.

“Analizamos a cada deportista para planificar los entrenamientos, según su proceso. En algunos trabajamos motricidad, coordinación y concentración; en otros, la técnica y la repetición para afianzar movimientos”, explica el entrenador.

Durante las sesiones, los niños se dividen en grupos y trabajan con tres profesores, entre ellos Jessica Ospina y Santiago Monroy. Las rutinas incluyen ejercicios con balón, reacciones rápidas y coordinación motriz.

John Sebastián Hurtado, que también trabaja con la Selección Caldas, insiste en la importancia de la formación temprana: “Muchos arqueros llegan a categorías altas sin una base sólida. Por eso decidimos enfocarnos en los más pequeños y trabajar en conjunto con otros colegas de la ciudad”.

“Implementamos juegos tradicionales, como el salto con lazo o el cielito, porque ayudan a recuperar la motricidad que los niños han perdido por el exceso de tecnología”, agrega Hurtado.

El entrenador resume el secreto del éxito en tres palabras: ganas, disciplina y concentración. “El arquero no puede descuidarse ni un segundo; es el único jugador que no tiene margen de error”, afirma.

Más que fútbol

Para los padres, la escuela se ha convertido en un espacio de crecimiento personal. “Además de la formación como deportista, el profe se enfoca mucho en los valores y la disciplina. Mantiene a los niños alejados de las pantallas y los acerca al deporte”, dice Viviana Córdoba, madre de Emiliano Cuervo, uno de los alumnos.

“Cuando llega la hora del entrenamiento, él es feliz. Si no puede ir, se pone triste. Aquí se siente como en familia”, agrega.

Durante las sesiones, los niños se dividen en grupos y trabajan con tres profesores, entre ellos Jessica Ospina y Santiago Monroy. Las rutinas incluyen ejercicios con balón, reacciones rápidas y coordinación motriz. En la imagen hace un lanzamiento Raphael García Loaiza, de 8 años.

La pequeña guardiana del arco

María José Osorio Montoya, más conocida como Majo, tiene 8 años y es una de las alumnas más destacadas. Lleva dos años entrenando en Pasión por el Arco, y su pasión por evitar los goles nació en los partidos interclases de su colegio. “Lo que más me gusta es salvar a mi equipo y ser la mejor”, dice con una sonrisa.

Y añade: “Los entrenamientos más duros son cuando me ponen a correr, y los más divertidos, los de media altura”.

Majo admira al belga Thibaut Courtois y actualmente juega en el club Balfour. Sueña con vestir algún día la camiseta del Barcelona.

“Lo que más me gusta es salvar a mi equipo y ser la mejor”, expresa María José Osorio Montoya.

El entrenador resalta sus cualidades: “María José, categoría 2017, juega en el club Balfour. Es una arquera muy rápida, veloz y ágil. Tiene un excelente rebote y reflejos impresionantes. A pesar de su estatura, sobresale porque trabaja muy bien la coordinación, la saltabilidad y el agarre. Lo que uno no espera en un portero de esa edad, ella ya lo tiene".

Hurtado comenta que Majo tiene mucho futuro como arquera. "Sus padres son un apoyo incondicional: muy juiciosos, no faltan a los entrenamientos, sin importar si llueve o truena. Esa constancia ha permitido que su proceso evolucione notablemente”.

Historias de superación

Entre las anécdotas más recordadas, Hurtado menciona a Samuel Correa Triana, niño de la categoría 2015. “Al principio lloraba cada vez que lo corregíamos o cuando le salía mal un ejercicio. Pensé que no volvería, pero hoy es uno de los mejores arqueros y un niño en proyección. Ha sido una evolución muy bonita”, comenta con orgullo.

“Ser arquero es una posición de valientes. No todos quieren recibir los balonazos, pero los que nacen con ese don, no se sale nunca del arco”, concluye mientras observa a sus pequeños porteros lanzarse con decisión bajo las débiles lámparas que apenas iluminan la cancha auxiliar Luis Fernando Montoya de Manizales.

La frase

“Lo mejor de ser arquero es atajar los balones que nos pone el profe y proteger los goles de mi equipo. Todo es fácil, nada es duro”, dice con entusiasmo Raphael García Loaiza, de 8 años, quien entrena desde hace ocho meses y hace parte del equipo Fortaleza Manizales. Su referente es Camilo Vargas, arquero de la Selección Colombia.

Los deportistas deben asistir con uniforme completo, guayos, guantes e hidratación. Además, utilizan elementos como conos, escaleras, estacas y rebotadores de colores para hacer los ejercicios más dinámicos y visuales.

La portería es su aliada. Ellos son los guardametas de la escuela Pasión del Arco, que maneja un tope de 60 alumnos para garantizar la calidad del proceso. La inscripción cuesta $60.000 y la mensualidad $85.000. Los interesados pueden encontrarlos en Instagram y TikTok como Pasión por el Arco Manizales o comunicarse al 319 305 9609.

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