Andrés Hurtado

Budapest es considerada como una de las 20 ciudades más bellas del mundo. Hoy que termino mis crónicas sobre la visita a la urbe quiero recordar algunos lugares y monumentos emblemáticos de la gran ciudad. Comienzo por el Parlamento que todas las noches al regresar a mi hotel yo admiraba iluminado y reflejado en el río. Su estampa se puede considerar perfecta por la armonía de sus formas. El Puente de las Cadenas, el más bello y macizo de los que unen a Buda con Pest. Los leones de la entrada le dan un aspecto magnífico. El río Danubio que discurre lento y guarda la historia de la ciudad en sus épocas gloriosas y tristes; el monumento a los Zapatos es testigo de una de las infamias de los invasores. La Plaza de los Héroes reúne en su fastuosa estatuaria y columnario la historia épica del reino y del país. La iglesia barroca de Santa Ana elevaba mi emoción estética, religiosa y musical a altísimas cotas. El Palacio Real guarda en sus inmensas salas los encuentros y desencuentros de la monarquía dual de Austria-Hungría. La vecina iglesia de San Matías, bellísima en sus formas y agujas góticas visibles desde toda la ciudad por encontrarse, igual que el Palacio Real en la Colina de Buda.
La Basílica de San Esteban, inmensa, robusta, dotada de una bellísima escalera en forma de caracol. En su interior lleno de tesoros se guardan reliquias del santo fundador del reino de Hungría. Desde sus poderosas torres se contempla toda la ciudad.
Las numerosas iglesias de todas las confesiones religiosas cristianas. La Sinagoga, la más grande de Europa y los varios monumentos que recuerdan a las víctimas del holocausto.
Los innumerables monumentos que recuerdan a los grandes hombres y mujeres de la historia del país: Attila, quizás el más grande poeta del país y cuya estatua sedente se encuentra al lado del Parlamento y mira al río. El escultor supo darle un aire triste al poeta suicida. El monumento a Imre Nagy cuyo heroismo siempre me conmovió y que los húngaros no supieron reconocer a tiempo. El monumento a la emperatriz Isabel, Sissi para el cine, tan querida por los húngaros y que limó asperezas entre el emperador Francisco José y los húngaros.
Las casas museos de tres grandes músicos húngaros:
Franz Liszt, Béla Bartok y Zoltan Kodaly. Esta fue una emoción muy grande, dada mi veneración por la música clásica. Los bellos monumentos de Istvan Szechenyi, Lajos Batthyany y el conde Andrassy. Los impresionantes monumentos a Lajos Kossuth , a Ferenc II Racoczi y a todos los héroes de la resistencia contra los otomanos, los Habsburgos y los que lucharon para lograr la independencia del imperio austríaco. No puedo olvidar los balnearios de la ciudad que los posee en mayor cantidad. No sólo lugares para bañarse sino verdaderas obras de arquitectura como los Baños Kiraly y los Szechenyi.
Ciudad esencialmente culta, posee varios centenares de museos, de todo tipo, dignos de visitarse. El teatro de la Ópera es de una preciosidad arquitectónica admirable. Incluso utca Vaci. Utca significa calle en húngaro y la Vaci es la calle chic y más elegante de la ciudad.
Cómo olvidar sus bellos cementerios que visité varias veces. Y por encima de todo la tranquilidad y seguridad de la ciudad. Volvería a Budapest una y mil veces.
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